El día de las Fuerzas Armadas es una fecha de especial significado al suponer un acercamiento entre los militares y aquellos que constituyen su verdadera razón de ser, sus conciudadanos.
Es la seguridad de España y de los españoles el motivo por el que el militar se adiestra cada día con tesón y se dirige a donde quiera que le manden. No le importa la distancia, ni la duración de su misión, ni siquiera el riesgo a asumir. Parte al escenario que sea, dentro o fuera de nuestras fronteras, a pesar de que, en ocasiones, deja en casa parientes enfermos o situaciones familiares complicadas.
En territorio nacional el militar español cumple diariamente con sus cometidos, sin escatimar esfuerzo en pos de alcanzar un alto grado de preparación, labor que tampoco está exenta de riesgos. Su abnegación y su entrega no entienden de crisis. Y en las operaciones en el exterior, puedo garantizar, a pesar de mi escasa experiencia que, si bien la principal atención del soldado está dirigida a los hombres que tiene a su lado, no olvida que a miles de kilómetros está velando por el bienestar de su Patria y, por ende, de las personas que viven en ella.
En estos momentos no puedo evitar acordarme de mis compañeros que se encuentran cumpliendo su misión en tierras lejanas. Ésos que al terminar la jornada (si ésta termina), no pueden recibir una satisfacción que se nos antoja tan cotidiana como la de abrazar a sus familias. Especialmente, recuerdo con emoción a los que ya nunca más volverán a hacerlo. Es precisamente el cariño del pueblo español, representado en días como éste, lo que nos recuerda que su sacrificio no fue en vano.