La evolución de la guerra en Siria y el escenario que surja al término de la misma, con un ejército de yihadistas en busca de nuevos objetivos, una situación explosiva en Oriente Medio, el aumento de la inestabilidad en el Magreb y la renovada presencia naval rusa en el Mediterráneo, han disparado las alarmas de los servicios de inteligencia españoles.
Todas y cada una de las piezas que hacen día a día más complejo e imprevisible el puzle sirio, llevan a los analistas del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS) y de los servicios especializados de Policía y Guardia Civil a elaborar escenarios cada vez más preocupantes.
Desde los análisis más pesimistas que no descartan una guerra generalizada en Oriente Medio, hasta quienes estiman que la partida quedará finalmente en tablas como ocurriera en la Guerra del Golfo cuando Saddam Husein logró que el régimen iraquí sobreviviera varios años.
La apuesta de Rusia a favor del régimen de Bashar Al-Assad ha frenado los planes de Estados Unidos de que Siria siguiese los pasos de Libia.
La oposición siria, financiada por Qatar y Arabia Sadí, y apoyada técnicamente por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Israel, se ha encontrado con una fuerte resistencia del Ejército leal a Al-Assad, que desde hace semanas cuenta con el apoyo de Hizbulá.
Las milicias chiíes de Hizbulá, bregadas en el combate contra Israel, le devuelven a Siria el apoyo prestado durante años, combatiendo junto al Ejército sirio contra los diferentes grupos de oposición que tratan de derrocar al régimen de Damasco.
Una de las principales preocupaciones de los servicios de inteligencia occidentales es el destino que tomarán los cientos de yihadistas y mercenarios una vez acabe el conflicto sirio.
Provenientes de Afganistán, Libia, Chechenia, países árabes y elementos radicales de las comunidades musulmanas de Europa, este "ejército yihadista" se convierte en un grave problema para la seguridad mundial.
En el caso de España, y a juicio de las fuentes consultadas, el escenario se complica si se tiene en cuenta que un buen número de estos yihadistas podrían recalar en Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), el grupo islamista más activo, con recursos financieros suficientes y que como banderín de enganche mantiene viva su reivindicación sobre Al Andalus.
Al parecer, las agencias de inteligencia norteamericanas son conscientes del peligro real que supone este "ejército yihadista" que han apoyado para acabar con el régimen sirio y que, ahora, puede volverse en contra de Estados Unidos y sus aliados como ya ocurriera con los muyahidines afganos que la CIA financió para hacer fracasar la invasión soviética de Afganistán.
Los datos que llegan a los analistas de los servicios de inteligencia españoles señalan que las autoridades sirias se han hecho con el control de las operaciones militares y, salvo un giro imprevisto, todo apunta a que Damasco está rechazando a los grupos de oposición.
El giro de la guerra a favor del régimen de Bashar Al-Assad se habría producido por la implicación de Rusia que apoya con inteligencia de satélites al Ejército sirio, el envío de fuerzas especiales para proteger a los dirigentes del régimen, la controvertida venta del sistema antimisil S-300 y la notable presencia de buques rusos en aguas sirias, junto a la irrupción en el campo de batalla de los combatientes de Hizbulá.
Esto supondría que en pocas semanas los yihadistas abandonarían el escenario sirio en busca de otros objetivos, una vez que los Gobiernos de Turquía y Jordania son contrarios a tenerlos "a la espera" acantonados en sus territorios.
La llegada masiva de combatientes yihadistas a un Magreb ya de por sí inestable tras las revueltas árabes, desestabilizaría el norte de África y por extensión el Sahel, a juicio de las fuentes consultadas.
Esta región, con el terrorismo islamista asentado en Mali, se encuentra a tan solo mil kilómetros de las Islas Canarias, que se han convertido en la vanguardia fronteriza de Europa.