Manglano llegó a 'la Casa' (nombre con el que habitualmente es conocido el centro neurálgico de los servicios de Inteligencia españoles) en un momento especialmente delicado. Adolfo Suárez acababa de presentar su dimisión al frente del Gobierno (corría el año 1981) y Leopoldo Calvo-Sotelo había asumido la presidencia de España en unos años convulsos para la nación, no sólo por el malestar social existente, con corrientes involucionistas que querían volver al antiguo régimen, sino también por el azote del terrorismo de ETA, que estaba en una de sus fases más duras y sangrientas. En 1981, Calvo-Sotelo 'encargó' al CESID "obtener, evaluar, interpretar y facilitar al titular del Departamento de Defensa [por entonces, Alberto Oliart] cuanta información fuera necesaria o interesara a la Defensa Nacional y que ayudara a prevenir amenazas involucionistas, desestabilizaciones constitucionales y acciones de espionaje". Así se recogía en el Real Decreto 726/1981, que modificaba la estructura orgánica y funcional del Ministerio de Defensa. La Defensa Nacional se convertía así en el eje de la labor de un servicio que iba creciendo con el tiempo, en medios e instalaciones. De hecho, los Servicios de Inteligencia, que satisfacían las necesidades de información, tanto del presidente del Gobierno como del ministro de Defensa, comenzaron a asumir nuevas misiones: inteligencia interior, exterior, contrainteligencia y tecnología, procedimientos, objetivos e instalaciones de interés para la Defensa. Los trabajos del CESID, en los primeros años de dirección de Manglano, se dirigieron fundamentalmente a colaborar en el proceso de constitucionalización de las Fuerzas Armadas, según informa el CNI en su página web. Pero los 14 años de servicio de Manglano al frente de 'la Casa' se vieron enturbiados, ya durante el Gobierno de Felipe González, por el célebre caso de las 'escuchas ilegales' destapado por el diario El Mundo en junio de 1995. La crisis provocada conllevó la dimisión de Manglano, que fue inicialmente condenado a seis meses de arresto y ocho años de inhabilitación, lo que suponía su expulsión del Ejército. Pero Manglano recurrió ante el Constitucional y finalmente fue exonerado, al haberse retirado las imputaciones contra él. También en 2004 fue absuelto por el Tribunal Supremo de un delito de escuchas ilegales a la sede de la ahora ilegalizada Herri Batasuna (HB) en su sede de Vitoria. La sentencia condenatoria había sido dictada por la Audiencia Provincial de Álava y afectaba al teniente general Manglano y al general Javier Calderón, ambos ex directores del CESID. Se dio la circunstancia de que, a pesar de la absolución, la resolución del Supremo declaraba probado que el CESID había pinchado los teléfonos de HB sin permiso judicial alguno. La sentencia, en primera instancia, de la Audiencia Provincial de Álava había condenado, un año antes, a Manglano y Calderón a tres años de cárcel a cada uno y a ocho años de inhabilitación, pero el Tribunal Supremo consideró que no existían ni pruebas ni indicios de que los ex directores del CESID tuviesen conocimiento de las escuchas ilícitas. Herri Batasuna, que fue ilegalizada cinco años después de descubrirse el caso de espionaje ilegal, denunció los hechos cuando sus empleados encargaron a Telefónica la sustitución de la centralita y los operarios de la empresa detectaron los pinchazos en las líneas y los cables que atravesaban el techo, del bajo al primer piso de la sede batasuna en la calle Ramiro de Maeztu.
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