La Directiva de Defensa Nacional del año 2004 especificaba que "frente a los nuevos riesgos y amenazas, la superioridad militar tradicional no constituye un factor de disuasión eficaz ni garantiza más seguridad automáticamente". Desde entonces, se ha producido en España un proceso, de momento solo conceptual, en busca de una estrategia global que supere de alguna manera las barreras entre política exterior e interior, integrado los esfuerzos de todos los órganos de la administración, e identificando las nuevas amenazas que suponen los riesgos de carácter global. Tan importantes para esa seguridad pueden ser las acciones policiales contra células islamistas en Barcelona o Ceuta, como la presencia militar en Afganistán o, más cerca, en el Sahel.
En el año 2011, dentro de los " Ensayos sobre la cultura de Defensa y la paz en la España actual" publicados conjuntamente por el Ministerio de Defensa y la Universidad de Córdoba , se incluía un ensayo de un servidor con el título "De la Defensa a la Seguridad" en cuyo primer párrafo decía textualmente: "La Seguridad y la Defensa han sido tradicionalmente conceptos relacionados pero independientes, pero se está produciendo un proceso que puede llegar a incluir a la segunda en una concepción más amplia de la Seguridad".
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional, en sus Líneas de acción estratégica, establece doce ámbitos prioritarios de actuación e identifica una amplia gama de riesgos. Se podría caer en el error de buscar respuestas orgánicas para cada uno de esos riesgos, pero una cosa es tener en cuenta las múltiples formas que pueden presentar las amenazas y su interrelación y otra arbitrar respuestas específicas. De lo contrario, se podría llegar a una especie de Gran Hermano que controlase todos los ámbitos de la sociedad española. Lo más racional ha sido diseñar mecanismos de dirección y coordinación que permitan afrontar los riesgos de una forma sistémica y que contemplen las relaciones entre ellos y los de las organizaciones que tienen que hacerles frente. Pero hay que darles contenido.
Estos mecanismos se materializan al más alto nivel en el Consejo de Seguridad Nacional, que se reúne hoy, como órgano colegiado del Gobierno, presidido por el presidente del mismo, donde se incluye a los miembros con competencias más directamente relacionadas con la gestión de crisis o para tratar determinados temas del orden del día relacionados con los ámbitos prioritarios citados en el párrafo anterior.
Hay dos medidas muy importantes de las que depende que las reuniones de este Consejo sean mucho más que un mero formalismo. Una, de organización, con la creación de los comités especializados que, tal como dice el Capítulo 5 de la Estrategia, "se constituyan en los ámbitos que por su singularidad y transversalidad requieran especialmente la coordinación de varios organismos de la Administración Púbica", porque la coordinación interdepartamental es una de las claves de la respuesta a amenazas complejas. La otra, de carácter normativo, con el perfeccionamiento de los instrumentos de gestión de crisis previstos a través de la Ley Orgánica citada en el apartado "Reorganización progresiva del Sistema de Seguridad Nacional", que permitan respuestas rápidas y coordinadas. No hace falta crear "UME" específicas para afrontar cada uno de los riesgos que se pueden presentar, un buen trabajo de coordinación y una legislación adecuada deben bastar.
Habrá quien sostenga que asumir este concepto único de Seguridad, englobando todo lo demás puede suponer una disminución del papel que Defensa ha jugado tradicionalmente. Las Fuerzas Armadas, por su organización, disponibilidad, versatilidad, espíritu de sacrificio y preparación técnica de sus mandos, son las más adecuadas para asumir muchas funciones de este nuevo concepto de seguridad o para dar respuesta inmediata a situaciones imprevistas.
La posible disminución del papel de Defensa no está en las definiciones, sea Seguridad y Defensa o sea Seguridad Nacional. Algunas pérdidas como la no creación de un mando nacional de ciberseguridad, la desaparición del Cuartel General de Retamares, la asunción de determinadas misiones en aguas costeras por la Guardia Civil,., quizás son solo achacables a que los componentes de las Fuerzas Armadas no acaban de sentir como propios los problemas que exceden a los del uniforme.
El peso de la Defensa se mantendrá, dentro del nuevo concepto de Seguridad Nacional, si sus miembros, y en especial generales y almirantes, se imbuyen de un verdadero "espíritu de Fuerzas Armadas" superando corporativismos más o menos latentes que permitan defender mejor los intereses globales de las FAS.
*Juan Narro es teniente general.
Fue Comandante del Cuartel General
de Retamares 1999-2003
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